El resurgimiento de las “ollas comunes” en Chile: solidaridad en tiempos de pandemia

Durante 2020, debido al avance del COVID-19, personas de barrios populares de Chile han estado organizando “ollas comunes” como una forma de asegurar alimentación a su comunidad. Vecinos, amigos, familias del mismo barrio que sufren por el desempleo y la precariedad laboral debido a la pandemia, han fortalecido este sistema de distribución de alimentos para asegurar una comida diaria a miles de familias en todo el país.

Chile es un país de contrastes. Cuando una persona cruza la cordillera de Los Andes, puede ver las magníficas montañas nevadas, impasibles con su nieve imperecedera. También puede ver a lo lejos el hermoso y azul océano pacifico. Asimismo, el viajero puede ser testigo de la implacable soledad del desierto más árido del mundo y también sentir la frescura del aire de los prístinos bosques del sur del país.  La magnífica belleza de la naturaleza de Chile contrasta con la persistente desigualdad económica y social que hizo que el país entrara en una crisis política cuyas postales recorrieran el mundo. Esto ocurrió en octubre de 2019.

Luego vino la pandemia…Por lo que a la crisis política y social que Chile estaba atravesando se sumó la crisis sanitaria provocada por el avance del COVID-19 en el mundo. En Chile, la pandemia profundizó las grietas provocadas por la desigualdad económica pues las cuarentenas, la enfermedad y la cesantía provocó que miles de personas no pudieran cubrir sus propias necesidades alimenticias ni las de su familia.

La Olla Común Che Guevara de Lo Prado

El reloj marca las 10:30 del miércoles 17 de marzo de 2021 en Santiago de Chile. En una pequeña casa de madera de la comuna de Lo Prado, se enciende el fuego para calentar las cacerolas.  El menú que la Olla Común “Ex Campamento Che Guevara de Lo Prado” prepara para el día de hoy es el tradicional plato chileno llamado “Carbonada”. Este plato es un guiso que lleva zanahoria, papa, arroz, zapallo y carne.

Al ruido de los utensilios de cocina se suma las risas de los cocineros. El equipo de la Olla Común Che Guevara de Lo Prado está compuesto por cinco personas cuyos rangos de edad varían entre los 80 y 30 años. Gladys, Adela, Patricia, Manuel y Pablo dedican tiempo, esfuerzo y cariño para alimentar a sus vecinos desde mayo de 2020. El invierno de América del Sur pegó con fuerza a muchos de los habitantes de Chile quienes de un día para otro se vieron sin trabajo y sin poder alimentarse.

Para preparar “Carbonada” se necesitó aproximadamente 25 kilos de papas, 1 zapallo entero más tres kilos de cebolla aproximadamente. La preparación del plato comenzó el día anterior cuando entre Gladys, Adela, Patricia, Manuel y Pablo decidieron el menú del día siguiente basado en los alimentos que tienen a disposición. En este caso se decidió cocinar “Carbonada” y se comenzó a pelar y picar papas para cocinar y hervir al día siguiente.

Manuel, es un joven cocinero que se crió en estos barrios de Lo Prado y decidió junto a su hermano aportar con sus conocimientos de cocina y ayudar a sus vecinos. Él es quien dirige la cocina, mientras que Pablo lidera la organización y logística de la olla común. Pablo es quien recibe los aportes en dinero, alimentos, mascarillas y se organiza con otras “Ollas Comunes”. Gladys, Adela y Patricia son vecinas de Lo Prado que decidieron aportar con su tiempo y trabajo a la “Olla Común”.

El reloj marca las 13:00 y una mujer se asoma con una bolsa a la pequeña casa de madera donde están los cocineros. Pide dos raciones. Luego, viene un niño y pide cinco. Minutos después llega un hombre de mediana edad y pide 16 raciones. Las raciones las entrega Adela, la cuenta de los platos entregados las anota Gladys en un pequeño cuaderno. Patricia va emplatando la comida. Los vecinos se acercan con mascarilla. Los casos de COVID-19 en Santiago y el país están aumentando. Sin embargo, siempre está el saludo cordial y el cariño.

El reloj marca las 15:00 horas y finaliza la entrega de alimentos por el día de hoy. Gladys sumó 122 raciones. “Van aumentando a medida que las medidas de confinamiento se van endureciendo”, sostiene.

Una forma de organización social ante el abandono del Estado

No existen cifras oficiales del número de “Ollas Comunes” en Chile o de raciones entregadas diariamente. Solo existe una proyección de las mismas organizaciones sociales que llevan un catastro y mapa de las Ollas Comunes en Chile. Según Paloma Ahumada, socióloga quien lleva la cuenta @ComunOlla en Twitter actualmente existen  490 “ollas” que entregan cerca de 70.000 de raciones diarias.

“La alimentación es un derecho humano. En Chile, particularmente, este derecho se ha visto complicado por la cesantía pero también por el abandono del gobierno.  Lo que la gente ha hecho es recurrir a la herramienta histórica que significa la “Olla Común” que  surgió en las grandes huelgas obreras de principios de siglo XX para poder satisfacer sus necesidades alimenticias”, sostiene María Emilia Tijoux, socióloga, académica de la Universidad de Chile y mujer que colabora en la organización de las ollas comunes. 

En este sentido, Tijoux define la “Olla Común” como una herramienta de organización popular política: “Antes de la pandemia, durante la rebelión de octubre de 2019 ya se estaban organizando “Ollas comunes” pero hay que decir que siempre han estado siempre presente. En terremotos, otros desastres naturales, cuando ha habido crisis económica. Una característica de la “Olla Común” es que surge rápidamente, de un momento a otro y para reunirse en torno a las necesidades alimenticias de los vecinos”.

Autogestión e Internet 

Como toda herramienta de organización social y política del Siglo XXI, la “Olla Común” también tiene una presencia online. Las “Ollas Comunes” utilizan las redes sociales como Twitter, Instagram  y Facebook para difundir sus noticias y coordinarse entre ellas.

Paloma Ahumada, socióloga quien lleva la cuenta @ComunOlla en Twitter, sostiene que durante 2020 y 2021, internet es fundamental para la organización de las ollas comunes principalmente para la gestión de recursos y alimentos además de la comunicación entre “ollas”.

Y explica: “Si a una “Olla Común” le sobra un alimento, por ejemplo porotos y a otra le faltan, se realiza un intercambio. Durante los últimos meses y debido a la crisis política que vive Chile, las redes sociales también son medio de protección para los vecinos ante la represión policial”, sostiene Ahumada.

Es importante mencionar, que Chile vive una crisis donde agentes del estado como la policia ha sido acusada de violar sistematicamente los derechos humanos de los ciudadanos chilenos. Durante las últimas semanas existen denuncias y videos de violencia policial hacia elComedor Popular Luisa Toledo”.

COVID-19, Ollas Comunes y personas en situación de calle 

Valeria Bustos, presidenta de “La Junta de Vecinos y Vecinas del El Progreso y del Comité de Vivienda por un Santiago Multicolor”, lidera un equipo de 40 personas que todos los viernes, organiza una olla común y entrega raciones de comida a personas en situación de calle. “Somos 40 personas que trabajamos en base a la solidaridad y tratamos de ayudar principalmente a la comunidad migrante, madres solteras y adultos mayores”, detalla.

Actualmente, el equipo que lidera Valeria entrega raciones de comida a casi 200 personas. El recrudecimiento de la pandemia y la imposibilidad de salir a trabajar debido a las cuarentenas, hizo que aquellas personas que tenían un trabajo precario vieran agravada su situación económica. Muchos terminaron en la calle.

“Recuerdo que cuando partió la pandemia mi primera reacción como persona, mama y enferma crónica fue de miedo. La primera medida que tomamos fue cerrar nuestra  sede y suspender las actividades. Sin embargo pasaban los días y nos dimos cuenta que había necesidad de nuestros vecinos y que pese al miedo teníamos que salir a la calle con distancia y medidas de autocuidado”, relata.

Y aun cuando el equipo de la “Ruta Calle” ha sufrido en carne los efectos del COVID-19, ellos siguen trabajando solidariamente.

“Tenemos una compañera que tuvo COVID-19 y está enfrentando las consecuencias de una enfermedad grave. Este mes, seis personas  de nuestro equipo se contagiaron, lo cual evidencia que el virus está cerca. Nuestra comuna es una de las comunas con más contagio activo y lamentablemente eso va de la mano con la pobreza también. Por lo que nuestra actitud es: sabemos que estamos en riesgo pero tenemos que seguir ayudando”.

Según Tijoux, durante la pandemia – y debido a lo largo de la crisis- la organización de la “Olla Común” se ha fortalecido y permanecido. “Hay un interés de participar. Todos los días las personas se juntan y sacrifican.  Hay personas anónimas, dentro de Chile y fuera del país que han enviado sus aportes según sus posibilidades . Existe una organización entre todas las ollas y se preocupan las unas de las otras”, explica.

Y agrega: “Es una organización colectiva de mucha porfía y que se despliega en los peores tiempos. Pero donde además no se actúa de la caridad de la religión o del clientelismo político”.

Con todo, todas las personas que participaron en esta historia sostienen que las ollas comunes no deberían existir.   “Existe una romantización de lo que es una olla común y la solidaridad, pero nunca debiera tener que existir este tipo de solidaridad ni ayuda. No debería NUNCA faltarle un plato de comida a nadie. Las organizaciones sociales y principalmente las populares como la nuestra o la gran mayoría somos autogestionadas. En el fondo somos gente pobre ayudando a otros pobres. Eso refleja un sistema político y económico pésimo. No debería ser así pues somos un país con tanta riqueza” finaliza Bustos.

Marta Apablaza Riquelme is a freelance science journalist based in Santiago, Chile

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